¿Vienes a descubrirlo?
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Templo enclavado en el barrio de Rucoba y catalogado como Bien de Interés Cultural en el año 1983, se cree que fue la primera de las iglesias de Limpias. Existen documentos que acreditan su construcción hacia comienzos del siglo XV en torno a un pequeño monasterio preexistente en el mismo lugar. Posteriormente se le añadieron capillas, hasta formar un templo de tres naves con bóveda de crucería gótica tardía.
La entrada principal es una portada de estilo herreriano con un retablo de piedra de dos cuerpos y de diseño novedoso en la época y en el cual figuran San Pedro, en el centro, flanqueado por San Pablo y Santiago. En su interior alberga un altar dominado por la presencia de un rico retablo mayor que data del año 1773 y que fue sufragado por el ilustre limpiense Don Diego de la Piedra Secadura, Caballero de la Orden de Santiago que residió en Cádiz y ostentó el cargo de Diputado de Comercio y Consulado de Perú quien posteriormente intercedió para que se trajera a Limpias desde Cádiz el Santo Cristo de la Agonía hacia 1776.
La Iglesia de San Pedro de Limpias ha sido, a lo largo de muchos años un importante lugar de visitas y peregrinaciones. Actualmente este templo sigue concitando mucho interés y año tras año recibe un buen número de visitantes procedentes del resto de España así como de otros países. El misterio ha estado siempre presente en la historia de esta iglesia.
En la pedanía de Seña se encuentra este interesante templo de San Pedro Advincula, construida entre los siglos XVI y XVII y que destaca por su retablo Mayor, de estilo churrigueresco, de principios del siglo XVIII, con la imagen de San Pedro. Otro retablo interesante en su interior es el del Evangelio, del siglo XVII, con la Visitación representada. El edificio cuenta con una torre – campanario y ábside poligonal.
En su interior destaca un retablo, obra atribuida al ensamblador Rodrigo de Los Corrales Isla (Natural de Noja) que en el año 1615 realizó diversos trabajos en templos cercanos como los de Laredo, Ajo y San Mamés de Meruelo.
Según fuentes bibliográficas existió otro retablo que fue trasladado desde Laredo a Seña en el Siglo XVII, el retablo de San Sebastián, que en la actualidad no existe. En dichas fuentes se cita: «ningún retablo bajo tal advocación aunque se cree distinguir el estilo de Rodrigo de Los Corrales tanto en el retablo de Nuestra Señora del Rosario (que pudo substituir al de San Sebastián), como en el de «La Visitación».
En la pedanía de Seña se encuentra este interesante templo de San Pedro Advincula, construida entre los siglos XVI y XVII y que destaca por su retablo Mayor, de estilo churrigueresco, de principios del siglo XVIII, con la imagen de San Pedro. Otro retablo interesante en su interior es el del Evangelio, del siglo XVII, con la Visitación representada. El edificio cuenta con una torre – campanario y ábside poligonal.
En su interior destaca un retablo, obra atribuida al ensamblador Rodrigo de Los Corrales Isla (Natural de Noja) que en el año 1615 realizó diversos trabajos en templos cercanos como los de Laredo, Ajo y San Mamés de Meruelo.
Según fuentes bibliográficas existió otro retablo que fue trasladado desde Laredo a Seña en el Siglo XVII, el retablo de San Sebastián, que en la actualidad no existe. En dichas fuentes se cita: «ningún retablo bajo tal advocación aunque se cree distinguir el estilo de Rodrigo de Los Corrales tanto en el retablo de Nuestra Señora del Rosario (que pudo substituir al de San Sebastián), como en el de «La Visitación».
La ermita, que se cree fue diseñada por Juan Antonio de Vierna vecino de Meruelo y arquitecto de Marina de las Reales Fábricas de La Cavada, está situada también en este pintoresco barrio de Espina y data de principios del Siglo XVIII. El aspecto actual corresponde a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. El conjunto es una manifestación muy tardía de un tipo de barroco. Cuenta con una sola nave rectangular dividida en dos tramos que se cubren con bóveda de arista. La ermita conserva algunos cuadros de la escuela andaluza de los siglos XVIII y XIX.
La ermita aparece ya citada en algunas fuentes en el año 1708, cuando el cabildo ordenaba limpiarla y colocar en ella un frontal nuevo. Entre los años 1751 y 1757 se hicieron varias donaciones para la ermita por parte de Don Gregorio de Palacio y Don Jerónimo de Angulo, naturales de Limpias y fallecidos en Lima (Perú) y por Don Juan de Helguero, Caballero de la Orden de Santiago también residente en Perú.
El 21 de Diciembre de 1778 José López de Haro, cura en la parroquia de Limpias, declaraba habérsele concedido en 1776 licencia para la construcción de dos ermitas, una en el barrio de El Rivero y otra en el de Espina. Declaraba además haber recibido de Don Diego de la Piedra, Caballero de la Orden de Santiago, natural de Limpias y en ese momento residente en la ciudad española de Cádiz, 4.034 Reales procedentes del legado que dejó el difunto Don Jerónimo de Angulo, Conde de San Isidro y vecino de la ciudad de Lima, “para ayuda de la fábrica de la ermita de la Piedad que se encuentra a más de media obra”. Finalmente la reconstrucción de la ermita tuvo lugar entre los años 1794 y 1807, encargándose la obra un maestro de apellido Avendaño vecino de Liendo.
Su retablo es de una bella factura neoclásica de un sólo cuerpo de orden jónico, tetrástilo rematado en frontón curvo partido. En este frontón hay un lienzo del Salvador. La imagen titular de la Virgen con el Niño es obra moderna. La policromía del retablo imita mármoles y jaspeados. En su interior se conservan algunos cuadros que quizás pertenezcan a la donación efectuada por Don Diego de la Piedra Secadura a la iglesia parroquial, teniendo en cuanta además que fue administrador de la donación para la ermita de Don Jerónimo de Angulo. Los cuadros relacionados con la donación de Don Diego de la Piedra presentan un marco dorado con veneras (alusión a la Orden de Santiago) en las esquinas. Son estos los dedicados a La Sagrada Familia, La Cena de Emaús y Virgen, los tres de indudable factura andaluza en estilo murillesco tan habitual en Cádiz en la segunda mitad del Siglo XVIII.
Otros dos lienzos, de técnica murillesca, los de la “Visitación de María a su prima Isabel” y de los “Esponsales de la Virgen y San José”, tienen marcos dorados del siglo XIX y pudieron tal ven instalarse tras la reconstrucción de la ermita en 1807. Otros dos lienzos murillescos de marcos sin dorar, los dedicados a la “Inmaculada Concepción” y la “Aparición de la Virgen María a Santo Domingo” se deberán a otra donación, pues la Inmaculada lleva una inscripción que alude al donante; Ungo de Lombera, y en concreto el lienzo de la aparición de la virgen a Santo Domingo es obra que se atribuye al pintor romántico sevillano José Gutiérrez de la Vega, por su absoluta identidad con el lienzo del mismo tema que perteneció a la Colección Durán de Madrid, de fecha anterior a 1830.
José Gutiérrez de la Vega, (Sevilla, 1781-Madrid, 1865). Pintor español especializado en retratos y temas religiosos. Fue pintor honorario de cámara, profesor y teniente director de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y miembro de la Junta Directiva del Liceo Artístico y Literario de Madrid.
La ermita original de San Roque se situaba en una localización ligeramente más elevada que la actual. Los primeros registros sobre el edificio datan del año 1715, momento en el cual se realizaron reparaciones por un valor de 32 reales. Este hecho marca el inicio documentado de su historia. En 1726, se enriqueció la ermita con la adición de un retablo colateral, hoy desaparecido.
Sin embargo, hacia 1757, la ermita enfrentaba un estado de deterioro considerable. Descripciones de la época la sitúan en medio de un monte de castaños, sufriendo debido a la antigüedad de su construcción, la humedad prevalente y la irregularidad del terreno que la sostenía. Estos factores contribuyeron a su declive fisico y la urgencia de una intervención. La solución adoptada fue la reconstrucción de la ermita en su localización actual, elegida estratégicamente en una encrucijada de caminos públicos para facilitar el acceso de los fieles. La obra tuvo un coste de 1066 reales y fue realizada por Juan del Palacio Helguero.
La singularidad de su diseño y la riqueza de su contenido espiritual consolidan a la ermita de San Roque como un elemento destacado en el patrimonio cultural y religioso de Limpias, manteniendo viva la devoción por el santo en la comunidad.
La ermita de San Roque del siglo XVIII, se distingue por su capilla mayor de planta coadrangular, es decir, con una forma alargada que se extiende más en una dirección, bajo una bóveda de arista, que crea un techo cruzado.
El arco triunfal, que separa la capilla mayor de la nave, presenta un arco de medio punto con pilastras toscanas. La nave tiene una cubierta con madera. Las paredes están realizadas en mampostería y reforzadas con sillares en las esquinas, que brindan firmeza y estabilidad a la construcción. La portada se destaca por un arco capanel sostenido por pilastras de estilo toscado, encerrando un pretil o murete, que rodea la zona de acceso. La portada de cantería se ve realzada por balaustres torneados, permitiendo la devoción y participación desde el exterior, un aspecto relevante considerando la situación estratégica de la ermita en un cruce de caminos.
La estructura se complementa con una pequeña espadaña donde se sitúan las campanas, y una sacristía adosada a la capilla mayor para el almacenaje de objetos litúrgicos. En su interior, se presenta un retablo neogótico que contiene una valiosa imagen de San Roque del siglo XVII, atribuida a García de Arredondo. Este elemento no solo destaca por su importancia devocional sino también por su contribución al patrimonio artístico de la ermita.
El dia de San Roque, en la procesión se cantaban algunas estrofas que recuerdan los más ancianos:
«Ermita de San Andrés.
Pues médico eres divino
con prodigiosas señales,
líbranos de peste y males
Roque santo «pelegrino».
Entre ayunos y asperezas
tan temprana vida empiezas.
Eres niño y eres santo.
¡Oh, qué felioes destinos
enseñaste a los mortales!
líbranos de peste y males
Roque Santo «pelegrino».
Pues de la peste abogado
eres por tu intercesión
esta afligida nación
que siempre te ha venerado
peregrino y pobre sales.
Líbranos de peste y males
Roque Santo, pelegrino.»
Fue una pequeña capilla, que en la actualidad constituye la cabecera. El exterior tiene en las esquinas contrafuertes, por lo que podría tratarse de una obra del siglo XV.
En su interior tiene un pequeño púlpito de piedra y una pila de agua bendita formada por copa y pie, así como dos imágenes, una representando al patrono, San Roque, y la otra a San Jorge matando al Dragón.